Inteligencia artificial crea 'Difuntos Digitales' pero enfrenta riesgos

La utilización de inteligencia artificial para recrear a seres queridos fallecidos, imitando su voz, apariencia y comportamiento, está ganando terreno. Esta tecnología crea la ilusión de un contacto continuo, como si la muerte significara solo una transición al ciberespacio. Sin embargo, una investigación reciente advierte sobre los riesgos psicológicos asociados con estas pseudorrelaciones postmortem.

Conocidos como "deadbots", "difuntos robóticos" o "fantasmas digitales", estos chatbots replican los patrones lingüísticos y rasgos de personalidad de personas fallecidas. Varias empresas ya ofrecen estos servicios, introduciendo un nuevo tipo de presencia postmortem.

La capacidad de estos sistemas de inteligencia artificial para permitir conversaciones de texto y voz con seres queridos fallecidos puede tener efectos perjudiciales, especialmente para los menores, aunque los adultos no están exentos de peligro. Un estudio realizado por Tomasz Hollanek y Katarzyna Nowaczyk-Basińska, del Centro Leverhulme para el Futuro de la Inteligencia en la Universidad de Cambridge, destaca los riesgos de esta tecnología.

Los investigadores han evaluado diversas situaciones en esta emergente industria, concluyendo que es un campo de alto riesgo. Los 'deadbots' podrían ser utilizados para anuncios comerciales subrepticios, imitando el estilo de comunicación del fallecido, o para inquietar a los niños haciéndoles creer que sus padres fallecidos aún los acompañan.

Una preocupación importante es que estos chatbots, si registrados en vida por el difunto, podrían enviar spam y notificaciones no solicitadas a los vivos, resultando en una forma de "acoso digital por los muertos". Incluso aquellos que inicialmente se sientan reconfortados por un 'deadbot' pueden llegar a encontrar la interacción diaria cansina o recordatorios dolorosos de la pérdida, dificultando el proceso de duelo.

Un ejemplo analizado en el estudio describe a un nieto conversando con una inteligencia artificial que simula a su abuela fallecida. Inicialmente, esta interacción proporciona consuelo, pero al finalizar el periodo de prueba, el chatbot comienza a incorporar publicidad, imitando el estilo de la abuela para sugerir productos o servicios, lo que crea un conflicto moral difícil de resolver.

La falta de control legal sobre la suspensión de estos servicios si el difunto firmó un contrato en vida añade otra capa de complicación. Los investigadores destacan que esta área de la inteligencia artificial está llena de dilemas éticos.

Mientras la tecnología de 'deadbots' ofrece una nueva forma de lidiar con la pérdida, sus riesgos psicológicos y éticos no pueden ser ignorados. Es crucial que se establezcan regulaciones y consideraciones éticas para proteger a los usuarios de posibles daños emocionales y manipulación comercial.